domingo, 26 de enero de 2014

Deja que mis dedos fluyan de nuevo sobre tu espalda.
Deja que te bese una vez más,
que vulva a retumbar el latido de tu corazón sobre mi tímpano.
Deja que tus labios se curven al escuchar mi nombre, al verme sonreír.
Deja que sea yo la que te de esas ganas de levantarte los lunes, de las cuales el mundo carece.
Deja que sea yo la de los “te quiero” inesperados,
la que te de los buenos días y las buenas noches.
Deja que sea yo la que te guíe el camino.
Deja que una parte de tu corazón lleve grabada las ocho letras de mi nombre.

Simplemente, deja que sea yo uno de los motivos por los que vives.